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Dos pensamientos con mucha luz para tu vida.

A veces el mundo puede ser desconcertante, nuestras experiencias, entornos e influencias pueden hacer que muchas personas se comporten de un modo que podemos considerar irracional y peligroso, por eso hoy quiero compartir contigo dos pensamientos que han traído mucha luz a mi vida en momentos de oscuridad y que pueden elevar nuestra energía por el simple hecho de estar aquí.

Es importante recordar que no es realmente su naturaleza lo que los hace actuar de ese modo, que nada en su naturaleza les dicta que acaben con el mundo por generar ganancias, ni nada en su naturaleza les dice que deban competir contra todo y contra todos para sentir un poco de superioridad fingida y tratar de tapar con cosas sus carencias interiores.

Esto no es natural, es más bien causado por la influencia del entorno, de sus padres y círculos cercanos y por el condicionamiento al que hemos estado expuestos por cientos de años, donde las personas son juzgadas por lo que tienen y por lo que hacen, desviándose del valor intrínseco de ser.

Olvidamos que valemos por el simple hecho de estar aquí, que somos suficiente y que no nos hace falta nada, que si queremos algo en la vida debería ser por crecer, por expandir nuestra experiencia o por simplemente disfrutar de la abundancia que el universo, Dios y la vida nos regalan, no por pretender ser o por tratar de pertenecer.

El mundo puede parecer injusto e insensato en muchas ocasiones, pero quiero invitarte a verlo con compasión, a buscar una forma de impactar de manera positiva y generar desde tu trinchera un pequeño cambio, pues si todos hacemos lo mismo, el cambio se verá reflejado en el planeta entero.

Una de las personas que hizo un pequeño cambio en el mundo y que se reflejó en la vida de muchos, fue la madre Teresa de Calcuta, quien a través de su forma de ver el mundo y tratar a todos con bondad y amor fue capaz de elevar la calidad de la experiencia de vida de muchas personas a su alrededor.

En la pared de la habitación del monasterio donde la madre Teresa vivía, fue encontrado un escrito de Kent Kieth que reflejaba la forma en la que vivía y en lo personal la encuentro muy inspiradora, dice:

A veces las personas son egoístas, ilógicas e insensatas… Aun así, ámalas.

Si eres amable, las personas pueden acusarte de egoísta e interesado… Aun así, sé amable.

Si eres vencedor, tendrás algunos falsos amigos y algunos enemigos verdaderos… Aun así, vence.

Si eres honesto y franco, las personas pueden engañarte… Aun así, sé honesto y franco.

Lo que tardaste años para construir, alguien puede destruirlo de una hora para otra… Aun así, construye.

Si tienes paz y eres feliz, las personas pueden sentir envidia… Aun así, sé feliz.

El bien que hagas hoy puede ser olvidado mañana… Aun así, haz el bien.

Da al mundo lo mejor de ti, aunque eso pueda nunca ser suficiente.
Aun así… da lo mejor de ti mismo.

Y recuerda que, a fin de cuentas… todo es entre tú y Dios, nunca fue entre tú y ellos…

Kent M. Keith

Las acciones que tomamos y lo que juzgamos del mundo son un reflejo de nuestras experiencias pasadas y del nivel de consciencia que hayamos adquirido. Pero no podemos cambiar el mundo con el mismo tipo de pensamiento con el que se originó, no puedes combatir el dolor con dolor, ni la violencia con violencia, ni el odio con más odio.

Cuando enfocamos nuestra energía en lo que está mal, creamos más de lo mismo. Enfócate en el mundo que quieres ver, no en cómo ha sido antes, ni en como la sociedad, las redes sociales o los medios te dicen que es o debería ser.

Es a través del amor, la compasión, la aceptación y el perdón, que podemos hacer una diferencia en el mundo y en la forma en la que observamos y experimentamos nuestra vida, te invito a incluir esto en tu día a día y a disfrutar más del presente y de los que te rodean.

Por último, te dejo la oración de San Francisco de Asís, que también tiene una energía muy profunda y me ha ayudado a superar momentos álgidos en mi vida:

Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.

San Francisco de Asís

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