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Aspiracionismo no es lo mismo que Tener Aspiraciones Legítimas

Si quiero escribir este artículo con toda franqueza, no puedo evitar herir algunas sensibilidades, hemos sido adoctrinados por tantos años, qué gran parte de lo que hablaré en este post puede sentirse como un ataque personal, pero no lo es, la foto de portada me la hizo una inteligencia artificial llamada midjourney y el resto del artículo lo escribí yo solito (qué pena tener que aclarar eso, pero en nuestros días es necesario).

En resumen, por si tienes prisa: El aspiracionismo, es el acto de escalar de manera rapaz, de pretender ser algo que no se es y el estar dispuestos a vender hasta a nuestra propia madre por conseguir un poco de poder o de dinero, sin moral, sin principios y sin mamá. Tener aspiraciones, es tener metas en la vida, querer desarrollar tus actitudes al máximo, crecer, superarse y obtener logros de manera honrada, formando parte de una sociedad funcional, algo completamente loable, admirable y que recomiendo encarecidamente.

Desde que tengo memoria los gobiernos, los medios de comunicación, los motivadores y gurus, entre muchos otros, nos han vendido esta idea de echarle ganitas a todo, y ya con eso alcanzaremos todas nuestras metas, el «échale ganismo», que fue seguido en diversos ámbitos por una cultura de positivismo enfermizo de donde surge el «fíngelo hasta lograrlo» que tampoco funciona, para más recientemente transformarse en la ley de la atracción, la cual es en efecto una ley universal, pero fue transformada en un producto más que venderte, y una idea de que si «vibras» en la frecuencia correcta, comenzarás a atraer personas, oportunidades y cosas, que a través de paneles de visión en forma de collage, mucha meditación y sobre todo su curso de solamente $2,999 dólares vas a volverte multimillonario y vas a poder comprarte el mismo Lamborghini y la mega mansión tipo Genaro Luna o Loret de Mola, que la mayoría de ellos rentan para sus cursos y videos de ventas.

En años más recientes se han puesto de moda términos que a la mayoría de nosotros nos parecen sumamente extraños, ya que provienen de otras épocas: los chayoteros (López Portillo), los fifís (Gustavo Madero), maicear (Porfirio Díaz) aunado a otras expresiones como «chairo», que solía ser utilizado para describir a personas consideradas «hippies», pero con una parte de «fresa», así como para aquellos que se asumía que su «extraña» personalidad provenía de un exceso de masturbación.

Todos estos términos y muchos otros de los que ya habrá oportunidad de hablar, han sido utilizados recientemente de forma despectiva, clasista y denigrante, separando más a las personas y llevándolas al extremo de elegir un «bando», cuando eso me suena más a telenovela que a la vida real, pero como bien sabemos, a nosotros «que nos eduque la televisión».

Del mismo modo, recientemente el aspiracionismo volvió a estar de moda, a raíz de uno de los discursos del presidente en la mañanera, lo que causó gran furor y ofensas, sobre todo entre los que creen pertenecer a la clase «media» de nuestro país, ya que ahí es donde más se ha arraigado la cultura del aspiracionismo y la meritocracia.

Quiero aclarar que yo también pensé, por muchos años de mi vida, que pertenecía a la clase media, pero descubrí que no era así y lo confirmé en un estudio realizado por Viri Ríos, analista de la política mexicana y doctora en Gobierno por la Universidad de Harvard, escribió en una columna en el New York Times:

«En México muchos creen ser clase media, pero no es así. El 61 por ciento de la población se identifica como tal, pero solo el 12 por ciento lo es. La mitad del país vive con un serio malentendido sobre su nivel de ingreso, confusión que comparten ricos y pobres por igual»

Viri Ríos, New York Times, 2020

En el artículo afirma, con toda razón a mí pensar, que no tenemos ni la menor idea de lo que es la clase media y esto aplica hacia todos lados, la clase alta piensa que un sueldo de $120,000 pesos los hace clase media, cuando los pone por encima del 90% del país y que hay 43 millones de nosotros que nos creemos de clase media, cuando en realidad se necesita un ingreso familiar (para los conejitos eso se refiere a 4 personas) de al menos $64,000 pesos para pertenecer a dicha clase (cosa que solo aproximadamente el 12% del país los gana).

Y algo aún más relevante al tema que cito de manera textual:

Entre los 15 millones de mexicanos que sí son clase media recae una responsabilidad aún más importante: entender que están en peligro de extinción y que seguirán así mientras continúen pensando que deben compartir su agenda política con los más ricos. Los ricos no representan a la clase media. El modelo económico actual no promueve la movilidad social sino el estancamiento. En este momento, los integrantes de la clase media tienen mayor probabilidad de volverse pobres que de ser ricos.

@Viri Ríos, New York Times, 2020

Bajo este contexto es el que quiero explicar el aspiracionismo, hemos estado viviendo bajo conceptos erróneos de nuestra propia condición social, lo que dificulta enormemente el crecimiento, las demandas que debemos hacer a los gobiernos, y sobre todo la búsqueda de nuestro bienestar y el de nuestras familias.

Si no sabemos en realidad cuál es nuestro punto de partida, todo progreso nos parecerá nimio e insignificante, lo que nos coloca en una posición muy difícil, ya que al creer que pertenecemos a una clase social en la que no estamos, nuestro avance parecerá imposible, queriendo dar saltos en lugar de pasos firmes.

El hecho de que sea tabú hablar de cuanto ganamos y lo que hacemos para vivir, es algo con lo que debemos terminar, no podemos mantenernos aislados, incomunicados y sin saber realmente en que clase nos encontramos, apoyando a grupos a los que no pertenecemos y que claramente no nos quieren con ellos, vamos a aclarar un poco más de esto en el artículo sobre meritocracia.

«Hace muchos años yo era un joven pobre con sueños de éxito y deseos de superación, pero hoy, después de muchos años de trabajar duro y esforzarme bastante, ya no soy joven»

-Un meme que vi por ahí.

Volviendo al tema que nos compete, el escuchar terminologías que ni siquiera la RAE reconoce como «aspiracionismo» no debería ser convertido en nuestra mente como un insulto, ya que la gran mayoría de los mexicanos no somos aspiracionistas, sino que tenemos grandes aspiraciones y debemos luchar unidos por lograrlas y por tener las oportunidades necesarias para que así sea.

El aspiracionismo requiere que tengas un vacío muy profundo en tu interior, que tengas la disposición de hacer cualquier cosa por ganar dinero y poder, que tengas la convicción de que el dinero y el poder son la única fuente de felicidad y satisfacción en el mundo, que creas ciegamente en las compañías y corporaciones que quieren venderte felicidad y status en empaques con etiquetas «bonitas», que provienen de una marca hecha a base de maquiladoras abusivas y que su único interés es la rentabilidad y sus accionistas, no tú, ni tu satisfacción.

Requiere que creas, que aquellos instalados en la cúpula quieren y necesitan más amigos y que si eres capaz de hacer cualquier cosa por corrupta o maliciosa que sea, vas a poder ganarte su lealtad, (eso no existe en esos círculos).

El aspiracionismo también ha sido ligado a algo llamado el síndrome de Doña Florinda (Florinda Corcuera y Villalpando, viuda de Mátalas Callando), aludiendo al personaje interpretado por Florinda Meza en la serie del Chavo del 8, donde aun viviendo en una vecindad de clase baja, del mismo modo que el resto, se siente mejor que todos, sueña con ser adinerada y se hace ilusiones de formar parte de una alcurnia, recomendando a su hijo Kiko «no juntarse con la chusma».

Y aunque esto proviene de la época colonial de nuestro país, donde el mestizaje causo muchos estragos, y las personas explotadas, soñaban con convertirse en explotadores, es hoy cuando miro con mayor tristeza la forma en la que hemos normalizado e idealizado a los grupos de «elite» que han llenado sus arcas saqueado al país bajo el cobijo de una legalidad manipulada.

Con esto no hago referencia alguna a los empresarios legítimos, a quienes admiro y de quienes hemos podido aprender tanto, aquellos que brindan servicios y productos de calidad, con un margen de ganancias normal y sin abusar de las personas y la sociedad, contribuyendo al crecimiento y tratando constantemente de mejorar sus productos y servicios, aquellos hombres y mujeres que han sabido usar el sistema a su favor, pero sin olvidarse de las personas que colaboran en su empresa, de los clientes y de su impacto en la vida social de nuestro país.

De no identificarte con el aspiracionismo como lo he descrito aquí, lo que tienes entonces son aspiraciones legítimas y benéficas, algo que forma parte de nuestra naturaleza, querer crecer, avanzar, superarnos, ser mejores y vivir mejor cada día, es una de las cualidades humanas más maravillosas, nuestro deseo de crear cosas útiles, de servir a la comunidad, de inventar nuevas soluciones, de innovar, de tener un mejor hogar y de brindarle todas las comodidades posibles a nuestras familias, eso es una aspiración real y es maravillosa, eso es algo por lo que tenemos que luchar todos juntos.

Si lo que tienes son aspiraciones legítimas, es momento de hacer que sucedan, de hacer lo posible por dejar de caer en los juegos de la manipulación desmedida, en la deuda sin sentido; en comprar cosas que no necesitas realmente para agradar a personas que ni te caen bien, trabajar solo para pagar esas deudas y comprar más cosas innecesarias, para al final, desear haber tenido más tiempo libre y de calidad con los tuyos, haber hecho lo que realmente querías y no lo que «tenías» que hacer porque siempre se ha hecho así.

Romper con los paradigmas y los hábitos que te han mantenido atrapado en ciclos de consumo vacío y detenerte a pensar en lo que es más importante para ti, alimentar tu mente intencionalmente y no con todo lo que la tele o las redes sociales te avientan constantemente, reevaluar tus prioridades y la de los tuyos y crear algo que sea realmente valioso para ustedes y para el resto de nosotros como sociedad.

Gasta menos de lo que ganas si te es posible, no utilices los avances en tus aspiraciones para comprar cosas más caras, para endeudarte más y seguir viviendo al día, busca oportunidades de inversión, crea algo nuevo, atrévete a cometer errores y a tener fallos que es la única forma de conseguir un aprendizaje real y avanzar con mayor convicción por la vida.

En este sitio web y a través de mis redes estaré subiendo y compartiendo ideas, herramientas, consejos y estrategias para ayudar con esta tarea, creo firmemente que si nos unimos, podemos lograr una diferencia notable en la calidad de vida de todos, crear un campo de juego que nos permita crecer, lograr nuestras metas y aspiraciones legítimas de una mejor manera y no, no pretendo venderte nada.

Sí, por el contrario, te sentiste identificado con el «aspiracionismo» como lo he descrito y anhelas «sentirte mejor que los demás» para darle sentido a tu vida, lo único que puedo recomendar es ir a terapia y tal vez comprarte un perrito (a ver si aprendes algo de él).

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